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Adica

La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile

La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile Oveja Negra. 1986. Gabriel García Márquez.

Esta reseña debí escribirla cuando se cumplió un año más del golpe de estado contra el ex presidente chileno Salvador Allende. Causalmente terminé el libro justo en la fecha, sin embargo al regreso de mis vacaciones se lo presté a Inita porque sabía que le iba a encantar, entonces cometí un error muy común en los amantes de la literatura: mandé el libro al olvido. Ahora existe una señal que me ha conducido a realizar inmediatamente este escrito. He escuchado a Pinochet declararse inocente de la muerte de 19 activistas que se oponían a la dictadura, alegando que: “durante mi Gobierno no podía ocuparme de todas las cosas”.

No soy juez ni pretendo serlo, pero son públicos y notorios los abusos que se cometieron durante la dictadura en Chile. Antes de hablar del libro creo que es necesario referirme al hombre que es Miguel Littín. Es director de cine chileno y tuvo que salir de su país en 1973 tras el golpe de estado contra Salvador Allende y el establecimiento de la dictadura de Pinochet. Este libro escrito por el Gabo, que no es más que la voz de Littín, revela la opresión y la injusticia a través de la visión de un hombre que después de varios años en el exilio, regresó a su patria con otra identidad para emprender la aventura de documentar audiovisualmente la vida del pueblo chileno ante el régimen militar. Suena fácil, pero Littín era uno de los 5 mil chilenos que tenían prohibición absoluta de entrada a Chile, lo que lo obligó a cambiar su aspecto físico, toda una metamorfosis que lo llevó a asumir otra personalidad, además de las características de otra nacionalidad. Una muy cercana pero con evidentes contrastes: la uruguaya.

Littín logró filmar más de siete mil metros de película, dirigió a lo largo y ancho del territorio chileno – incluso dentro del Palacio de la Moneda- tres equipos europeos de cine que habían entrado simultáneamente al momento de su llegada a Chile y que debían realizar distintas coberturas que fueron legalmente permisadas. Además, en tres semanas logró engranar seis equipos juveniles de la resistencia interna que le permitieron hacer tomas adicionales imposibles para las unidades foráneas. El resultado fue más de cuatro horas para una pelicula para televisión y dos para el cine que se llama: “Acta general de Chile”.

Después de concretar la experiencia, en un encuentro con el Gabo en Madrid, éste le propuso escribir la historia que no había sido contada, la de sus experiencias, sentimientos, viscitudes, alegrías, globalmente: todo lo vivido en carne propia por Littín. De esta forma el cineasta aceptó someterse a los interrogatorios del escritor colombiano. Hábilmente el Gabo decidió contar la historia en primera persona para mantener los modismos chilenos y la fuerza texto. Muchos de los nombres reales de las personas involucradas en los sucesos, fueron cambiados por seguridad de los que vivían en Chile porque en 1986 – fecha de la publicación del libro- se mantenía el régimen dictatorial. Los que lean este libro no podrán parar hasta terminarlo o tal vez puede que les pase como a Inita que las ganas de llorar le han impedido que pueda terminarlo.

“Yo, Miguel Littín, hijo de Hernán y Cristina, director de cine y uno de los cinco mil chilenos con prohibición absoluta de regresar, estaba de nuevo en mi país después de doce años de exilio, aunque todavía exiliado dentro de mí mismo: llevaba una identidad falsa, un pasaporte falso, y hasta una esposa falsa. Mi cara y mi apariencia estaban tan cambiadas por la ropa y el maquillaje, que ni mi propia madre habría de reconocerme a plena luz unos días después”

Manu Chao: Música y Libertad

Reservoir Books. 2002. Alessandro Robecchi

“En veinte años que llevo dedicado al mundo
de los discos y el periodismo he conocido muy
pocos músicos que hayan sido capaces de captar
con su música lo que pasa en el mundo”


Existen símbolos de la cultura pero pocos se establecen como pilares de lo multicultural. Manu Chao es uno de ellos. Tal vez el europeo más latinoamericano y mundial que existe, necesitado del mestizaje, adicto de la fusión y sensible de la realidad de las minorías.
307 páginas nutren este reportaje de la vida artística de Manu escrito por Alejandro Robecchi, crítico musical y moderador en la Radio Populare de Italia. Contado por capítulos, con un lenguaje digerible y suave, el libro brinda al lector un terreno abundante en detalles y nutrido de acontecimientos, comenzando por la base de todo: Mano Negra.
La Mano, catalogada como el mejor grupo de rock de Francia, es inevitablemente, el puente como creador en solitario de Manu Chao. Fundada conjuntamente con su hermano Tonio y su primo Santi, la agrupación comenzó, básicamente, como “un asunto de familia”,que con el tiempo asumiría características mundiales.
No escribiré de las canciones de La Mano, prefiero referir detalles que complementan la esencia de este grupo único e inimitable. “Manu se topa de pronto con la huella de una mano negra estampada en la espalda de los rebeldes del cómic, un grupo de guerrilleros sudamericanos. Admitida la intuición, habiendo probado una y otra vez a imprimir y reproducir aquel símbolo y teniendo ya recortadas las plantillas para estamparlo por las calles de Paris – de forma clandestina y semisecreta -, Manu emprende, además, algunas pesquisas. Descubre que se llamaban Mano Negra ciertos campesinos anarquistas andaluces de finales del XIX. Luego, a comienzos del XX; se sospechó que una organización llamada La Mano Negra estuvo involucrada en el atentado de Sarajevo. También las mafias tienen su Mano Negra”. Sobre la estrella roja Manu comenta: “puede que sin darme cuenta, eso revele mis orígenes”,que parten de un abuelo vasco, comunista y republicano.
Las aventuras eran claves en la banda. En 1992 La Mano decide unirse a la agrupación Royal de Luxe de Francia para presentarse en el Festival Internacional de Teatro de Caracas del mismo año. Parten desde el puerto de Nantes en el Melquíades (nombre tomado de la novela del Gabo Cien Años de Soledad), un galeón lleno de gitanos, fuegos artificiales y miles de cartas de amor que lanzarán a través de potentes cañones en las calles de Caracas. Ya en la mente de Manu residía la creación del “Expreso del Hielo”, un tren diseñado con vagones de sueños, teatro, música, circo y sobre todo pasión, el recorrido sería por las vías férreas (abandonadas) que cruzan los pueblos cafetaleros de Colombia.
A la llegada de La Mano y el Royal de Luxe, Caracas no duerme y es un torbellino de rumores que indican un posible golpe de estado. Las indicaciones de los organizadores del Festival de Teatro son precisas:“Si la policía os arrestad, enseñad el pasaporte y decid: “Festival internacional de Teatro”. Obedeced, van armados. Si alguien pretende quitaros el dinero, dádselo, van armados”. El día de la presentación, la banda recibe nada más y nada menos que un comunicado del Gobierno prohibiendo el toque “corre el rumor de que quiere dedicar una canción a la sublevación de la que tanto se habla en la ciudad”. A pesar de las amenazas, el día de la inauguración, La Mano toca en medio del delirio de más de 30 mil personas en la Av Bolívar, al compás de las cartas de amor que llueven y que han sido escritas desde sentimientos y lugares, tal vez, desconocidos para la gran mayoría de los caraqueños. Al final de la jornada en la nocturna Caracas, Mano Negra sale del hotel para colocar su cuartel general en el Barrio Marín de San Agustín. “Uno de esos inmensos laberintos de casas, chabolas y barracas que rodean Caracas. Piden hospitalidad al barrio y la reciben, junto a la protección de un “jefe de barrio”, un muchacho de unos veinte años que vigila su reino de seis calles. Ahí, para regocijo del barrio, Mano Negra dará el primero de los conciertos salvajes de la aventura del buque”. Una odisea que recorrería Cuba, Brasil, Argentina y México.
No es posible concluir esta reseña sin comentar el capitulo del “Expreso del Hielo”. Como en el caso del Galeón Melquíades el Gabo es el inspirador de este nuevo episodio de Mano Negra. El tren recorrió la ruta de Bogotá - Santa Marta, ida y vuelta. Manu se ocupó de preparar todos los detalles de seguridad, negociando con personajes claves de la guerrilla y el Gobierno para evitar ataques al expreso. Un riesgo que bajo la realidad que vivía Colombia (similar en la actualidad) debía ser tomado en cuenta. El tren compuesto de 21 vagones llenos de color y adaptados para llevar alegría a los pueblos, fue construido por decenas de técnicos, artistas, teatreros sin recibir paga alguna. El expreso estaba listo para partir:“en todas la paradas del tren, en todas las estaciones, se pone en marcha el vagón de los sueños, al que cualquiera puede subir para dejar por escrito sus sueños y pedir un deseo”. Testimonios sinceros, puros y maravillosos de niños que escribieron en las paredes:

“Sueño con la paz en Colombia y que en nuestro país se acabe la violencia” (Arturo, 18 años, Santa Marta)

“Sueño con que se rehabilite el ferrocarril, el medio de transporte menos caro para los pobres, y con que la paz reine en nuestro país” (Carlos, 21 años, Facatativa)

“Me llamo Felipe, tengo ocho años y sueño sobre todo con tener un televisor en mi cuarto y poder sentarme delante todo el día para no sentir el hambre” (Felipe, 8 años, Aracataca)

Mario Benedetti publica a sus 84 años un mensaje a la juventud

El autor de La tregua, una novela referencial en las letras latinoamericanas,
se siente satisfecho de haber defendido y mantenido a lo largo del tiempo
sus principios y valores como individuo


“¿Qué puede decir un poeta de más de ochenta años a la gente joven, que no lo haya dicho ya?
Poco. Pero, fundamentalmente, que lean”, señala Mario Benedetti en la primera página de Memoria y esperanza, que hoy, justo el día en que el escritor uruguayo cumple 84 años, sale a la calle.

Memoria y esperanza, un mensaje para los jóvenes, editado en España por Destino, es el regalo que el narrador, poeta y ensayista Mario Benedetti ha querido hacerles a los miles de jóvenes que le siguen en todo el mundo; bien leyendo libros y poemarios, o poniendo música a sus letras.

Benedetti, que en estos momentos se encuentra en Montevideo, aunque la mitad del año la pasa en Madrid ciudad a la que llegó exiliado en 1977, asegura que siempre se ha sentido “muy cómodo” con los jóvenes.

“Por lo general me siento a mis anchas, los entiendo y me entienden, me hacen sentir muy bien. Aunque últimamente estoy más recluido y no hago presentaciones ni recitales”, explicó el autor.

En Memoria y esperanza Benedetti, que afirma que los jóvenes son la mayoría de sus lectores, reflexiona sobre los valores morales, la política, el amor, el sexo, la herencia, la globalización, la infancia, la hipocresía, la “canción basura”, la pasión deportiva, la juventud y la política de Estados Unidos o sobre la conciencia, entre otras cosas.

El uruguayo, autor de La tregua y de Gracias por el fuego, escribe que se siente satisfecho “cuando, octogenario, veo que mis valores de toda la vida siguen vivos, presentes, que nunca tuve la tentación de renunciar, y que los sigo sosteniendo.Y que toda la vida pude arreglármelas con tan poco y estar tan contento”

Doce cuentos peregrinos

El Gabo siempre me ha cautivado. Más aún, cuando es capaz de capturarme con las dos primeras líneas de sus relatos. El ejemplar que me leí es de vieja data, específicamente, del año 92. Es la primera edición bajo el sello Oveja Negra. Nunca lo había leído y fue una de mis adquisiciones durante mis vacaciones “peregrinas” en la fronteriza ciudad de San Cristóbal.

Como siempre, Márquez ejecuta magistralmente su redacción realista - mágica. La titulación de los cuentos cortos, permite esbozar algunas pistas de lo que encontrará el lector en cada entrega: “Buen viaje, señor presidente”, “La Santa”, “El avión de la bella durmiente”, “Me alquilo para soñar”, “Sólo vine a hablar por teléfono”, “Espantos de agosto”, “María Dos Prazeres”, “Diecisiete ingleses envenenados”, “Tramontana”, “La luz es como el agua” y “El rastro de tu sangre en la nieve”.

No he tenido la oportunidad de ver otras ediciones pero este ejemplar contiene un prólogo escrito por el propio autor, en el que explica con detalle todos los acontecimientos, eventos, circunstancias y afines, que confluyeron en la ejecución y compilación de pieza literaria: “Los doce cuentos de este libro fueron escritos en el curso de los últimos dieciocho años. Antes de su forma actual, cinco de ellos fueron notas periodísticas y guiones de cine, y uno un serial de televisión”.

La experiencia sirvió para que el Gabo comentara su visión de lo qué implica redactar un cuento: “El esfuerzo de escribir un cuento corto es tan intenso como empezar una novela. Pues en el primer párrafo de una novela hay que definir todo: estructura, tono, estilo, ritmo, longitud, y a veces hasta el carácter de algún personaje (...) el cuento en cambio, no tiene principio ni fin: fragua o no fragua. Y si no fragua la experiencia propia y la ajena enseñan que en la mayoría de las veces es más saludable empezarlo de nuevo por otro camino o tirarlo a la basura. Alguien que no recuerdo lo dijo bien con una frase de consolación: “Un buen escritor se aprecia mejor por lo que rompe que por lo que publica”.

Sin embargo, el Gabo hizo algo peor con estos relatos: los hecho al olvido por un buen tiempo. A pesar de ello, considero que el libro salió en una etapa en la que se extrañaba que los grandes literatos se dedicaran a escribir cuentos cortos, como frecuentemente lo hizo Julio Cortázar antes de su muerte.

Mi favorito: “Sólo vine a hablar por teléfono”. Un relato que demuestra cómo los acontecimientos y las decisiones pueden cambiar la vida en segundos, así como los diferentes significados que puede tener un hecho, dependiendo del cristal con que se mire. Todo ésto en una mezcla de suspenso light, aderezado con una impecable construcción - descripción de los escenarios y los personajes.

“Sólo vine a llamar por teléfono”

“ María siguió con las otras mujeres por un corredor tenebroso, y al final entró en un dormitorio colectivo donde las guardianas recogieron las cobijas y empezaron a repartir las camas. Una mujer distinta, que a María le pareció más humana y de jerarquía más alta, recorrió la fila comparando una lista con los nombres que las recién llegadas tenían escritos en un cartón cosido en el corpiño. Cuando llegó frente a María se sorprendió de que no llevara su identificación.

-- Es que yo sólo vine a hablar por teléfono – le dijo María

Le explicó a toda prisa que su automóvil se había descompuesto en la carretera. El marido, que era mago de fiestas, estaba esperándola en Barcelona para cumplir con tres compromisos hasta la media noche, y quería avisarle que no estaría a tiempo para acompañarlo. Iban a ser las siete. Él debía salir de la casa dentro de diez minutos, y ella temía que cancelara todo por su demora. La guardiana pareció escucharla con atención.

-- ¿Cómo te llamas? – le preguntó

María le dijo su nombre con suspiro de alivio, pero la mujer no lo encontró después de repasar la lista varias veces. Se lo preguntó alarmada a una guardiana y ésta, sin nada que decir, se encogió en hombros.

-- Es que yo sólo vine a hablar por teléfono – dijo María

-- De acuerdo, maja – le dijo la superior, llevándola hacia su cama con una dulzura demasiado ostensible para ser real -- , si te portas bien podrás hablar por teléfono con quien quieras. Pero ahora no, mañana.

Algo sucedió entonces en la mente de María que le hizo entender por qué las mujeres del autobús se movían como en el fondo de un acuario. En realidad, estaban apaciguadas con sedantes, y aquel palacio se sombras, con gruesos muros de cantería y escaleras heladas, era en realidad un hospital de enfermas mentales”.

Vivir en frontera

Mínimo pero concentrado, este libro de bolsillo forma parte de los 20 títulos de la Biblioteca Básica Temática (CONAC), colección que fue entregada gratuitamente en algunas plazas del territorio nacional unos días antes del Referendo Presidencial. Escrito por el historiador y cronista, José Roberto Duque, el ejemplar, es un ligero documento de acontecimientos, vivencias y características únicas (hasta insólitas) que se generan y confluyen en la frontera colombo- venezolana. No es un tratado ni muchos menos, un análisis sesudo de un tema que es diverso y complicado. Al respecto el autor manifiesta:

“Las páginas que siguen no pretenden ser , como pudiera sugerirlo el título del trabajo, un tratado o análisis exhaustivo de lo que se ha dado por llamar “la problemática fronteriza”.Integran más bien un cuaderno de impresiones, un relato acerca de las ciudades, la gente, las formas de agrupación social en las inmediaciones de la línea invisible que separa a las repúblicas de Colombia y Venezuela”

De entrada Duque relata su visión de lo que denomina “Fobia al Acordeón” . En sólo cuatro párrafos el escritor coloca elementos que permiten reflexionar con respecto a la siguiente interrogante: ¿Será verdad que el vallenato y la cumbia son nocivos para la salud, o esta postura es parte de una serie de prejuicios que rodean el tema?

“Para el caraqueño o el valenciano preocupado por este asunto titulado “Defender a Venezuela, luchar contra el riesgo de la colombianización”, escuchar vallenatos es peligro para nuestra cultura, pero los ritmos más difundidos en esas ciudades también vienen de afuera y se llaman salsa, merengue, rock y todas las variantes de la música techno con sello norteamericano. Escuchar vallenatos es peligroso, pero el repicar del joropo sirve para informar que se acabó la fiesta: la hora del Alma Llanera, en el lenguaje de los bailadores, es la hora de despedirse porque el dueño de la casa o del local quiere ir a dormir. Que se sepa que nadie ha reflexionado acerca de si esa peculiaridad constituye una afrenta a lo venezolano, muy probablemente porque está claro que no lo es...pero escuchar vallenato nos parece muy , muy peligroso”

En mi empeño por colocar tres fragmentos del libro, me vi sumergida en una difícil decisión. Al final, elegí el fragmento “Sangre Caliente”. Dos minúsculos párrafos relatan que en 1993 las etnias Yukpa y Barí, decidieron elaborar un comunicado y difundirlo por internet. El contenido era un llamado desesperado y angustioso ante lo que podía convertirse en la destrucción de dos etnias si se entregaban permisos de explotación de minerales en la sierra de Perijá:

“Tal vez Venezuela presencie impasible cómo se liquidan dos pueblos indígenas y dos culturas. Eso es posible. Pero no será tan sencillo. Primero deberán acabar con nosotros. Entonces podrán entrar y salir los camiones con carbón mezclado con nuestra sangre, que dé calor a hombre y mujeres de otros países. Será un excelente calor porque será producto de la sangre Yukpa y Barí”

Los relatos me marcaron profundamente porque sentí que encajaba perfectamente en el perfil de ignorante activa de los acontecimientos fronterizos. Una realidad que es tan cercana y que nos han hecho concebir como distante, en un intento por borrar los vínculos profundos y fructíferos de dos pueblos. Globalmente, el libro me gustó de principio a fin. Duque es de esos escritores que saben mantener al espectador con ansias de “más”. Se mantiene activo escribiendo para los periódicos Patria Adentro y Temas, en ocasiones bajo el seudónimo de “Matías Jáuregui”. La calidad de su trabajo es parte de su sello personal al escribir, sobre todo, su estilo urbano que es aderezado con modismos venezolanos únicos y jocosos que demuestran que nuestra capacidad de improvisación supera los limites imaginables, y hasta se adueña magistralmente de las expresiones de nuestra lengua.

Adica

Forma parte del colectivo de Collage, para un mundo con más lectores. Estudiante de Comunicación Social – UCV. Prefiere escribir cuentos cortos (en honor a Augusto Monterroso) y largos (por Cortázar), ensayos (por lo flexible), guiones (todos los guiones) y frases, cientos de frases que bailan en su cabeza. No escribe poesía, pero si lo hiciera imitara al Chino Valera Mora.

En su top 10 se reúnen a beber buen vino
Julio Cortázar
Gabriel García Márquez
Roberto Bolaño
Eduardo Galeano
Mario Benedetti (el abuelo de todos)
Edgar Allan Poe
Santiago Gamboa
Alfredo Bioy Casares
Michael Moore (el gordito a quienes todos aman)
Chino Valera Mora

Si usted le pide que recomiende un libro ella va a hacer un gesto de impresión que será precedido por la duda y luego dirá “El hombre más malo del mundo” de Otrova Gomas. Y si le preguntan que obra hubiese querido escribir, su respuesta sería “Cien años de soledad” del Gabo Márquez.

Piensa que el mejor obsequio es un libro, pero el conflicto aparece cuando al comprarlo se inicia una fuerte relación de apego entre la obra y ella. En tales ocasiones, prefiere regalar otra cosa y secuestra el primigenio regalo. Si se ve forzada a hacer el obsequio (y hay ocasiones en las que ha tenido que hacerlo) el escogido sería un libro que no compraría para ella, por ejemplo, el último de Oriana Fallacci , “algo” de Carlos Fuentes o de Vargas Llosa.

A la hora de leer un libro es vital que éste la atrape en sus primeras líneas.

Su temática es variada pero cede ante un libro que relate historias de personajes que vayan al límite, intensos, fuera de serie o que a pesar de sus miserias sean brillantes. Y las historias que se enmarquen dentro de controvertidos entornos sociales o mágicos relatos de pueblos que ya no serán.

Es partidaria de la frase de Cortázar “en Latinoamérica escribíamos antes de las editoriales y tal vez lo único bueno que nos ha dejado el boom latinoamericano es que hemos aprendido a leer en nuestro idioma” (palabras más, palabras menos).

Si tuviese que hacer un collage de sus libros preferidos, iniciaría con:
“Nunca se sabrá como hay que contar esto, si en primera persona o en segunda, usando la tercera del plural o inventando continuamente formas que no servirán de nada. Si se pudiera decir: yo vieron subir la luna, o: nos me duele el fondo de los ojos, y sobre todo así: tú la mujer rubia eran las nubes que siguen corriendo delante de mis tus sus nuestros vuestros sus rostros. Qué diablos.
“Las babas del diablo”, Julio Cortázar.

En su infancia la marcaron “Preguntas y respuestas” de Charlie Brown, “Mafalda” de Quino, “Condorito” del ilustre Pepo, “Peter Pan” de James Matthew Barrie, “El libro de la selva” de Rudyard Kipling, “Tío Tigre y tío Conejo” y “Contesta por Tío Simón”. Entrando en la difícil pubertad se decantaba por “Crónica de una muerte anunciada” del Gabo, “Piedra de mar” de Francisco Massiani, y “El hombre más malo del mundo” de Otrova Gomas.

Cuando la mayoría de edad se acercaba (sin el recuerdo de unos 15 años celebrados) ella leía: “Cuentos” de Alfred Hitchcock, “Caballo de troya” de J.J.Benítez, “Ami, el niño de las estrellas” de Enrique Barrios, “El náufrago” del Gabo Márquez, “Carrie” de Stephen King, noveletas vaqueras y de terror “de esas de bolsillo” (suministradas por su abuelita).

Con unas canas más y la amenaza de ser independiente, Adica recurrió a “La metamorfosis” de Franz Kafka, “El túnel” de Sábato, “La tregua” de M. Benedetti, “El coronel no tiene quien le escriba” del Gabo, “Cuentos y relatos” de Allan Poe (traducidos por Julio Cortázar), “La literatura nazi en América Latina” y “Los detectives salvajes” de Roberto Bolaño, “Las armas secretas” de Julio Cortázar, “Cuentos” de Bioy Casares, “Novecento” de Alessandro Baricco, “Biografía de Julio Cortázar” de Alberto Couste, “Biografía de Francisco Goya” de Elke Linda Buchholz, “Cuentos y otros escritos” de Horacio Quiroga, “La loca de la casa” de Rosa Montero, “Contrafuegos” de Pierre Bordieu, “La vida está en otra parte” de Milan Kundera, “El escritor radical” de Carlos Colina, “Crimen y castigo” de Fedor Dostoiesvki, “Como agua para chocolate” de Laura Esquivel y “Estúpidos hombres blancos” de Michael Moore.

De ser el protagonista de una historia, Adica no sería un personaje femenino, Santiago Nasar sería el elegido. Tal vez porque pasó noches enteras soñando con él, enamorada de su estampa y sufriendo porque él desconocía su destino. Una manera maravillosa de vivir ignorando las miserias humanas y a la vez, compartiendo, tirando, riendo, seduciendo, anhelando un futuro que nunca llegó pero que al final poco importa. “Qué carajo: parte de vivir también es sufrir” dice ella.

Comentario personal:
Como han visto, disfruto siendo Latinoamericana. No selecciono mis libros por capricho. De unos años para acá he aprehendido que somos capaces de generar un conocimiento local con un sello particular. Ese detalle que nos hace diferentes pero no ignorantes, ese deseo de expresión que nos carcome las entrañas y no sabemos cómo, ni cuándo expresar. Por eso defiendo la creación de este continente, por eso vivo y me enorgullezco de lo que somos y por eso disfrutaré cuando en los grandes legados de investigación, se tome en cuenta lo que se dice y hace en América Latina como un aporte más y no como una sarta de pendejadas. Sueño con eso.

Ser parte de esta muestra colectiva, no significa que somos especímenes de laboratorio. Es mucho más. He decidido participar en este proyecto porque si no quién aguanta a Inita con sus reproches y regaños. Sin embargo, la pasión que siento por la literatura es más fuerte y me golpea mucho más. Se los aseguro.