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La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile

La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile

Oveja Negra. 1986. Gabriel García Márquez.

Esta reseña debí escribirla cuando se cumplió un año más del golpe de estado contra el ex presidente chileno Salvador Allende. Causalmente terminé el libro justo en la fecha, sin embargo al regreso de mis vacaciones se lo presté a Inita porque sabía que le iba a encantar, entonces cometí un error muy común en los amantes de la literatura: mandé el libro al olvido. Ahora existe una señal que me ha conducido a realizar inmediatamente este escrito. He escuchado a Pinochet declararse inocente de la muerte de 19 activistas que se oponían a la dictadura, alegando que: “durante mi Gobierno no podía ocuparme de todas las cosas”.

No soy juez ni pretendo serlo, pero son públicos y notorios los abusos que se cometieron durante la dictadura en Chile. Antes de hablar del libro creo que es necesario referirme al hombre que es Miguel Littín. Es director de cine chileno y tuvo que salir de su país en 1973 tras el golpe de estado contra Salvador Allende y el establecimiento de la dictadura de Pinochet. Este libro escrito por el Gabo, que no es más que la voz de Littín, revela la opresión y la injusticia a través de la visión de un hombre que después de varios años en el exilio, regresó a su patria con otra identidad para emprender la aventura de documentar audiovisualmente la vida del pueblo chileno ante el régimen militar. Suena fácil, pero Littín era uno de los 5 mil chilenos que tenían prohibición absoluta de entrada a Chile, lo que lo obligó a cambiar su aspecto físico, toda una metamorfosis que lo llevó a asumir otra personalidad, además de las características de otra nacionalidad. Una muy cercana pero con evidentes contrastes: la uruguaya.

Littín logró filmar más de siete mil metros de película, dirigió a lo largo y ancho del territorio chileno – incluso dentro del Palacio de la Moneda- tres equipos europeos de cine que habían entrado simultáneamente al momento de su llegada a Chile y que debían realizar distintas coberturas que fueron legalmente permisadas. Además, en tres semanas logró engranar seis equipos juveniles de la resistencia interna que le permitieron hacer tomas adicionales imposibles para las unidades foráneas. El resultado fue más de cuatro horas para una pelicula para televisión y dos para el cine que se llama: “Acta general de Chile”.

Después de concretar la experiencia, en un encuentro con el Gabo en Madrid, éste le propuso escribir la historia que no había sido contada, la de sus experiencias, sentimientos, viscitudes, alegrías, globalmente: todo lo vivido en carne propia por Littín. De esta forma el cineasta aceptó someterse a los interrogatorios del escritor colombiano. Hábilmente el Gabo decidió contar la historia en primera persona para mantener los modismos chilenos y la fuerza texto. Muchos de los nombres reales de las personas involucradas en los sucesos, fueron cambiados por seguridad de los que vivían en Chile porque en 1986 – fecha de la publicación del libro- se mantenía el régimen dictatorial. Los que lean este libro no podrán parar hasta terminarlo o tal vez puede que les pase como a Inita que las ganas de llorar le han impedido que pueda terminarlo.

“Yo, Miguel Littín, hijo de Hernán y Cristina, director de cine y uno de los cinco mil chilenos con prohibición absoluta de regresar, estaba de nuevo en mi país después de doce años de exilio, aunque todavía exiliado dentro de mí mismo: llevaba una identidad falsa, un pasaporte falso, y hasta una esposa falsa. Mi cara y mi apariencia estaban tan cambiadas por la ropa y el maquillaje, que ni mi propia madre habría de reconocerme a plena luz unos días después”

La Ilusión y la desilusión estéticas

La Ilusión y la desilusión estéticas

La Ilusión y la desilusión estéticas. Monte Avila Editores. 1997. Jean Baudrillard.

“Más te vale haber sometido a la esclavitud a un solo hombre mediante la dulzura que haber liberado a mil esclavos” Omar Khayyam.

Hace tres años en el Festival de Teatro de Caracas, se presentó la Opera de Pekín, con sus vetustos trajes y coloridas telas, iban apareciendo sobre el escenario como dioses milenarios, doncellas y héroes legendarios. En uno de los actos llamado “El Escape de la Doncella” un viejo barquero cruzaba a la joven por el río, los movimientos de los actores simulaban perfectamente la corriente del agua, cuantos efectos grandilocuentes hubiese requerido en la actualidad la industria del cine para crear esta sencilla escena.

Hoy, el desarrollo tecnológico nos condujo a la era publicitaria, en donde la imagen se desprende de su referente y pasa a ser protagonista de la escena. El poder de crear la ilusión es el valor primario del arte, sin embargo la actualidad de la estética contemporánea se aleja de la ilusión, “Las imágenes han pasado a formar parte de las cosas, las imágenes ya no son el espejo de la realidad sino que más bien están en su centro y la han transformado. Entonces las imágenes no tienen otro destino que la propia imagen, y por tanto la imagen ya no puede imaginar lo real porque se ha vuelto ella misma real”.

Nos conseguiremos en este libro apreciaciones precisas y agudas sobre el arte actual, llamado por excusa postmodernista, en donde la ironía desempeña un papel fundamental frente al desarraigo del pasado.
Es este libro una entrevista recogida por MonteAvila Editores, del sociólogo francés Jean Baudrillard en donde diserta en su acostumbrado tono irónico y certero, sobre la actualidad del arte, la expulsión de la ilusión a fuerza de la tecnología, para adentrarnos en los terrenos de lo que él llama: la desilusión estética.

Imagen: Venus de Andy Warhol

Manu Chao: Música y Libertad

Reservoir Books. 2002. Alessandro Robecchi

“En veinte años que llevo dedicado al mundo
de los discos y el periodismo he conocido muy
pocos músicos que hayan sido capaces de captar
con su música lo que pasa en el mundo”


Existen símbolos de la cultura pero pocos se establecen como pilares de lo multicultural. Manu Chao es uno de ellos. Tal vez el europeo más latinoamericano y mundial que existe, necesitado del mestizaje, adicto de la fusión y sensible de la realidad de las minorías.
307 páginas nutren este reportaje de la vida artística de Manu escrito por Alejandro Robecchi, crítico musical y moderador en la Radio Populare de Italia. Contado por capítulos, con un lenguaje digerible y suave, el libro brinda al lector un terreno abundante en detalles y nutrido de acontecimientos, comenzando por la base de todo: Mano Negra.
La Mano, catalogada como el mejor grupo de rock de Francia, es inevitablemente, el puente como creador en solitario de Manu Chao. Fundada conjuntamente con su hermano Tonio y su primo Santi, la agrupación comenzó, básicamente, como “un asunto de familia”,que con el tiempo asumiría características mundiales.
No escribiré de las canciones de La Mano, prefiero referir detalles que complementan la esencia de este grupo único e inimitable. “Manu se topa de pronto con la huella de una mano negra estampada en la espalda de los rebeldes del cómic, un grupo de guerrilleros sudamericanos. Admitida la intuición, habiendo probado una y otra vez a imprimir y reproducir aquel símbolo y teniendo ya recortadas las plantillas para estamparlo por las calles de Paris – de forma clandestina y semisecreta -, Manu emprende, además, algunas pesquisas. Descubre que se llamaban Mano Negra ciertos campesinos anarquistas andaluces de finales del XIX. Luego, a comienzos del XX; se sospechó que una organización llamada La Mano Negra estuvo involucrada en el atentado de Sarajevo. También las mafias tienen su Mano Negra”. Sobre la estrella roja Manu comenta: “puede que sin darme cuenta, eso revele mis orígenes”,que parten de un abuelo vasco, comunista y republicano.
Las aventuras eran claves en la banda. En 1992 La Mano decide unirse a la agrupación Royal de Luxe de Francia para presentarse en el Festival Internacional de Teatro de Caracas del mismo año. Parten desde el puerto de Nantes en el Melquíades (nombre tomado de la novela del Gabo Cien Años de Soledad), un galeón lleno de gitanos, fuegos artificiales y miles de cartas de amor que lanzarán a través de potentes cañones en las calles de Caracas. Ya en la mente de Manu residía la creación del “Expreso del Hielo”, un tren diseñado con vagones de sueños, teatro, música, circo y sobre todo pasión, el recorrido sería por las vías férreas (abandonadas) que cruzan los pueblos cafetaleros de Colombia.
A la llegada de La Mano y el Royal de Luxe, Caracas no duerme y es un torbellino de rumores que indican un posible golpe de estado. Las indicaciones de los organizadores del Festival de Teatro son precisas:“Si la policía os arrestad, enseñad el pasaporte y decid: “Festival internacional de Teatro”. Obedeced, van armados. Si alguien pretende quitaros el dinero, dádselo, van armados”. El día de la presentación, la banda recibe nada más y nada menos que un comunicado del Gobierno prohibiendo el toque “corre el rumor de que quiere dedicar una canción a la sublevación de la que tanto se habla en la ciudad”. A pesar de las amenazas, el día de la inauguración, La Mano toca en medio del delirio de más de 30 mil personas en la Av Bolívar, al compás de las cartas de amor que llueven y que han sido escritas desde sentimientos y lugares, tal vez, desconocidos para la gran mayoría de los caraqueños. Al final de la jornada en la nocturna Caracas, Mano Negra sale del hotel para colocar su cuartel general en el Barrio Marín de San Agustín. “Uno de esos inmensos laberintos de casas, chabolas y barracas que rodean Caracas. Piden hospitalidad al barrio y la reciben, junto a la protección de un “jefe de barrio”, un muchacho de unos veinte años que vigila su reino de seis calles. Ahí, para regocijo del barrio, Mano Negra dará el primero de los conciertos salvajes de la aventura del buque”. Una odisea que recorrería Cuba, Brasil, Argentina y México.
No es posible concluir esta reseña sin comentar el capitulo del “Expreso del Hielo”. Como en el caso del Galeón Melquíades el Gabo es el inspirador de este nuevo episodio de Mano Negra. El tren recorrió la ruta de Bogotá - Santa Marta, ida y vuelta. Manu se ocupó de preparar todos los detalles de seguridad, negociando con personajes claves de la guerrilla y el Gobierno para evitar ataques al expreso. Un riesgo que bajo la realidad que vivía Colombia (similar en la actualidad) debía ser tomado en cuenta. El tren compuesto de 21 vagones llenos de color y adaptados para llevar alegría a los pueblos, fue construido por decenas de técnicos, artistas, teatreros sin recibir paga alguna. El expreso estaba listo para partir:“en todas la paradas del tren, en todas las estaciones, se pone en marcha el vagón de los sueños, al que cualquiera puede subir para dejar por escrito sus sueños y pedir un deseo”. Testimonios sinceros, puros y maravillosos de niños que escribieron en las paredes:

“Sueño con la paz en Colombia y que en nuestro país se acabe la violencia” (Arturo, 18 años, Santa Marta)

“Sueño con que se rehabilite el ferrocarril, el medio de transporte menos caro para los pobres, y con que la paz reine en nuestro país” (Carlos, 21 años, Facatativa)

“Me llamo Felipe, tengo ocho años y sueño sobre todo con tener un televisor en mi cuarto y poder sentarme delante todo el día para no sentir el hambre” (Felipe, 8 años, Aracataca)

Mario Benedetti publica a sus 84 años un mensaje a la juventud

El autor de La tregua, una novela referencial en las letras latinoamericanas,
se siente satisfecho de haber defendido y mantenido a lo largo del tiempo
sus principios y valores como individuo


“¿Qué puede decir un poeta de más de ochenta años a la gente joven, que no lo haya dicho ya?
Poco. Pero, fundamentalmente, que lean”, señala Mario Benedetti en la primera página de Memoria y esperanza, que hoy, justo el día en que el escritor uruguayo cumple 84 años, sale a la calle.

Memoria y esperanza, un mensaje para los jóvenes, editado en España por Destino, es el regalo que el narrador, poeta y ensayista Mario Benedetti ha querido hacerles a los miles de jóvenes que le siguen en todo el mundo; bien leyendo libros y poemarios, o poniendo música a sus letras.

Benedetti, que en estos momentos se encuentra en Montevideo, aunque la mitad del año la pasa en Madrid ciudad a la que llegó exiliado en 1977, asegura que siempre se ha sentido “muy cómodo” con los jóvenes.

“Por lo general me siento a mis anchas, los entiendo y me entienden, me hacen sentir muy bien. Aunque últimamente estoy más recluido y no hago presentaciones ni recitales”, explicó el autor.

En Memoria y esperanza Benedetti, que afirma que los jóvenes son la mayoría de sus lectores, reflexiona sobre los valores morales, la política, el amor, el sexo, la herencia, la globalización, la infancia, la hipocresía, la “canción basura”, la pasión deportiva, la juventud y la política de Estados Unidos o sobre la conciencia, entre otras cosas.

El uruguayo, autor de La tregua y de Gracias por el fuego, escribe que se siente satisfecho “cuando, octogenario, veo que mis valores de toda la vida siguen vivos, presentes, que nunca tuve la tentación de renunciar, y que los sigo sosteniendo.Y que toda la vida pude arreglármelas con tan poco y estar tan contento”

Doce cuentos peregrinos

El Gabo siempre me ha cautivado. Más aún, cuando es capaz de capturarme con las dos primeras líneas de sus relatos. El ejemplar que me leí es de vieja data, específicamente, del año 92. Es la primera edición bajo el sello Oveja Negra. Nunca lo había leído y fue una de mis adquisiciones durante mis vacaciones “peregrinas” en la fronteriza ciudad de San Cristóbal.

Como siempre, Márquez ejecuta magistralmente su redacción realista - mágica. La titulación de los cuentos cortos, permite esbozar algunas pistas de lo que encontrará el lector en cada entrega: “Buen viaje, señor presidente”, “La Santa”, “El avión de la bella durmiente”, “Me alquilo para soñar”, “Sólo vine a hablar por teléfono”, “Espantos de agosto”, “María Dos Prazeres”, “Diecisiete ingleses envenenados”, “Tramontana”, “La luz es como el agua” y “El rastro de tu sangre en la nieve”.

No he tenido la oportunidad de ver otras ediciones pero este ejemplar contiene un prólogo escrito por el propio autor, en el que explica con detalle todos los acontecimientos, eventos, circunstancias y afines, que confluyeron en la ejecución y compilación de pieza literaria: “Los doce cuentos de este libro fueron escritos en el curso de los últimos dieciocho años. Antes de su forma actual, cinco de ellos fueron notas periodísticas y guiones de cine, y uno un serial de televisión”.

La experiencia sirvió para que el Gabo comentara su visión de lo qué implica redactar un cuento: “El esfuerzo de escribir un cuento corto es tan intenso como empezar una novela. Pues en el primer párrafo de una novela hay que definir todo: estructura, tono, estilo, ritmo, longitud, y a veces hasta el carácter de algún personaje (...) el cuento en cambio, no tiene principio ni fin: fragua o no fragua. Y si no fragua la experiencia propia y la ajena enseñan que en la mayoría de las veces es más saludable empezarlo de nuevo por otro camino o tirarlo a la basura. Alguien que no recuerdo lo dijo bien con una frase de consolación: “Un buen escritor se aprecia mejor por lo que rompe que por lo que publica”.

Sin embargo, el Gabo hizo algo peor con estos relatos: los hecho al olvido por un buen tiempo. A pesar de ello, considero que el libro salió en una etapa en la que se extrañaba que los grandes literatos se dedicaran a escribir cuentos cortos, como frecuentemente lo hizo Julio Cortázar antes de su muerte.

Mi favorito: “Sólo vine a hablar por teléfono”. Un relato que demuestra cómo los acontecimientos y las decisiones pueden cambiar la vida en segundos, así como los diferentes significados que puede tener un hecho, dependiendo del cristal con que se mire. Todo ésto en una mezcla de suspenso light, aderezado con una impecable construcción - descripción de los escenarios y los personajes.

“Sólo vine a llamar por teléfono”

“ María siguió con las otras mujeres por un corredor tenebroso, y al final entró en un dormitorio colectivo donde las guardianas recogieron las cobijas y empezaron a repartir las camas. Una mujer distinta, que a María le pareció más humana y de jerarquía más alta, recorrió la fila comparando una lista con los nombres que las recién llegadas tenían escritos en un cartón cosido en el corpiño. Cuando llegó frente a María se sorprendió de que no llevara su identificación.

-- Es que yo sólo vine a hablar por teléfono – le dijo María

Le explicó a toda prisa que su automóvil se había descompuesto en la carretera. El marido, que era mago de fiestas, estaba esperándola en Barcelona para cumplir con tres compromisos hasta la media noche, y quería avisarle que no estaría a tiempo para acompañarlo. Iban a ser las siete. Él debía salir de la casa dentro de diez minutos, y ella temía que cancelara todo por su demora. La guardiana pareció escucharla con atención.

-- ¿Cómo te llamas? – le preguntó

María le dijo su nombre con suspiro de alivio, pero la mujer no lo encontró después de repasar la lista varias veces. Se lo preguntó alarmada a una guardiana y ésta, sin nada que decir, se encogió en hombros.

-- Es que yo sólo vine a hablar por teléfono – dijo María

-- De acuerdo, maja – le dijo la superior, llevándola hacia su cama con una dulzura demasiado ostensible para ser real -- , si te portas bien podrás hablar por teléfono con quien quieras. Pero ahora no, mañana.

Algo sucedió entonces en la mente de María que le hizo entender por qué las mujeres del autobús se movían como en el fondo de un acuario. En realidad, estaban apaciguadas con sedantes, y aquel palacio se sombras, con gruesos muros de cantería y escaleras heladas, era en realidad un hospital de enfermas mentales”.

Vivir en frontera

Mínimo pero concentrado, este libro de bolsillo forma parte de los 20 títulos de la Biblioteca Básica Temática (CONAC), colección que fue entregada gratuitamente en algunas plazas del territorio nacional unos días antes del Referendo Presidencial. Escrito por el historiador y cronista, José Roberto Duque, el ejemplar, es un ligero documento de acontecimientos, vivencias y características únicas (hasta insólitas) que se generan y confluyen en la frontera colombo- venezolana. No es un tratado ni muchos menos, un análisis sesudo de un tema que es diverso y complicado. Al respecto el autor manifiesta:

“Las páginas que siguen no pretenden ser , como pudiera sugerirlo el título del trabajo, un tratado o análisis exhaustivo de lo que se ha dado por llamar “la problemática fronteriza”.Integran más bien un cuaderno de impresiones, un relato acerca de las ciudades, la gente, las formas de agrupación social en las inmediaciones de la línea invisible que separa a las repúblicas de Colombia y Venezuela”

De entrada Duque relata su visión de lo que denomina “Fobia al Acordeón” . En sólo cuatro párrafos el escritor coloca elementos que permiten reflexionar con respecto a la siguiente interrogante: ¿Será verdad que el vallenato y la cumbia son nocivos para la salud, o esta postura es parte de una serie de prejuicios que rodean el tema?

“Para el caraqueño o el valenciano preocupado por este asunto titulado “Defender a Venezuela, luchar contra el riesgo de la colombianización”, escuchar vallenatos es peligro para nuestra cultura, pero los ritmos más difundidos en esas ciudades también vienen de afuera y se llaman salsa, merengue, rock y todas las variantes de la música techno con sello norteamericano. Escuchar vallenatos es peligroso, pero el repicar del joropo sirve para informar que se acabó la fiesta: la hora del Alma Llanera, en el lenguaje de los bailadores, es la hora de despedirse porque el dueño de la casa o del local quiere ir a dormir. Que se sepa que nadie ha reflexionado acerca de si esa peculiaridad constituye una afrenta a lo venezolano, muy probablemente porque está claro que no lo es...pero escuchar vallenato nos parece muy , muy peligroso”

En mi empeño por colocar tres fragmentos del libro, me vi sumergida en una difícil decisión. Al final, elegí el fragmento “Sangre Caliente”. Dos minúsculos párrafos relatan que en 1993 las etnias Yukpa y Barí, decidieron elaborar un comunicado y difundirlo por internet. El contenido era un llamado desesperado y angustioso ante lo que podía convertirse en la destrucción de dos etnias si se entregaban permisos de explotación de minerales en la sierra de Perijá:

“Tal vez Venezuela presencie impasible cómo se liquidan dos pueblos indígenas y dos culturas. Eso es posible. Pero no será tan sencillo. Primero deberán acabar con nosotros. Entonces podrán entrar y salir los camiones con carbón mezclado con nuestra sangre, que dé calor a hombre y mujeres de otros países. Será un excelente calor porque será producto de la sangre Yukpa y Barí”

Los relatos me marcaron profundamente porque sentí que encajaba perfectamente en el perfil de ignorante activa de los acontecimientos fronterizos. Una realidad que es tan cercana y que nos han hecho concebir como distante, en un intento por borrar los vínculos profundos y fructíferos de dos pueblos. Globalmente, el libro me gustó de principio a fin. Duque es de esos escritores que saben mantener al espectador con ansias de “más”. Se mantiene activo escribiendo para los periódicos Patria Adentro y Temas, en ocasiones bajo el seudónimo de “Matías Jáuregui”. La calidad de su trabajo es parte de su sello personal al escribir, sobre todo, su estilo urbano que es aderezado con modismos venezolanos únicos y jocosos que demuestran que nuestra capacidad de improvisación supera los limites imaginables, y hasta se adueña magistralmente de las expresiones de nuestra lengua.

La sepultura sin sosiego

"La sepultura sin sosiego" ha sido catalogada de modo variopinto. Desde recetario de dichas oscuras y pesares brillantes hasta el compendio de las excentricidades de un londinense muy snob.

Su autor es un inglés atrapado tras una ventana en la que no para de llover, mientras ve bombardear Londres, y su amada Francia se pierde muy lejos, más allá del canal, mucho más allá. Su autor es Cyril Connolly (1903-1974),

Connolly es contemporáneo de Graham Greene y George Orwell, fue considerado durante muchos años una gran promesa de la literatura británica y uno de los mejores críticos literarios de los años 30 y 40, entre sus obras encontramos La caída de Jonathan Edax y otras piezas breves, Noventa años reseñando novelas, Cien libros clave del Movimiento Moderno y Enemigos de la promesa.

"La sepultura sin sosiego" es el primer libro de Connolly que leo, es la cuarta edición y está a cargo de la editorial Mondadori y su ciclo de Libros de bolsillo. Lo encontré en oferta y su autor me era completamente desconocido, hojeé el libro y encontré esto:

¿Por qué solamente las hormigas disponen de parásitos cuyos zumos embriagadores beben y en aras de los cuales sacrifican incluso a sus crías? Porque son los insectos que gozan de una estructura social más elevada, y por ello también su vida es la más intolerable.

Me dijé... “este tipo debe traer buenas cosas para mí”. Y no me equivoqué. La sepultura sin sosiego es un libro de múltiples conversaciones y anécdotas, lleno de citas prestadas, de consideraciones personalísimas, de pequeñas historias que intentan explicar grandes cosas, es en resumen, un blog de los años 40.

Cuando me paro a considerar todo lo que creo, y para ello debo partir de todo aquello en lo que no creo, me da la sensación de conformar una minoría de uno... pese a saber que hay millares como yo: los liberales sin creencia en el progreso, los demócratas que desprecian a sus semejantes, los paganos que han de vivir de acuerdo con una moral cristiana, los intelectuales para quienes el intelecto no es suficiente... materialistas insatisfechos, somos tan vulgares como el barro.

....

Síntomas de buena salud que se esfuman: levantarse temprano, afeitarse temprano, vivacidad en el cuarto de aseo, alacridad al cruzar la calle, cuidado del aspecto externo, horror de la propiedad, indiferencia hacia los periódicos, amabilidad con los desconocidos, folie des maures.

....

Hay dos maneras de arruinarse el gusto por la literatura: la primera consiste en entregarse a la bibliofilia; la segunda, en dedicarse a la crítica literaria.

"El inquieto Anacobero" de Salvador Garmendia

Salvador Garmendia tenía ojitos de ratón, brillantes y pequeñitos, atrapados en surcos de
arrugas, tenía una voz melancólica que añoraba la infancia entre las tías, las muñecas de trapo y su tierra de crepúsculos puntuales. Encontré su libro de cuentos “Enmiendas y atropellos” en un puesto de libros de segunda, a la entrada de la UCV, al módico precio de 1200 bolívares. ¿Pueden creerlo? 23 cuentos garmendianos por el precio de dos tickets de metro.

Garmendia es uno de esos escritores que no cuenta nada asombroso, nada que paralice la respiración por segundos. Garmendia escribe recuerdos, historias de otros que se asoman a sus cuentos, pedazos de vida que contaron desconocidos y sus personajes luego repiten. Es un escritor de anécdotas que cuenta y recuenta, que detalla al extremo y mezcla historias con la maestría de un barajador de cartas.

Uno de sus temas recurrentes es la Caracas de los cabarets, la ciudad nocturna que atrae con las candilejas de la diversión o aterra con su circo repulsivo.

De “Enmiendas y atropellos” escogí “El inquieto Anacobero”, una historia que describe el ambiente citadino de mediados del sigo XX, los grandes cabarets y los pequeños burdeles, las bailarinas famosas que devenían en prostitutas de poca monta. El amor burlado y luego vengado a tiros o puñetazos. La diversión nocturna transformada luego en tragedia diurna.

Esta historia es la exhibición sin adornos de miserables personajes que se pasean en el relato gracias a una conversación centrada en Daniel Sans Souci.

De allí en adelante es como pasar las hojas de un albúm: el Pasapoga y sus deliciosas cantantes, la cocaína servida en platicos de postre, millones jugados al poker, las mujeres más bellas de Caracas almorzando en La Pastora y luego cenando un whisky en el burdel de La Gata, las noches orgiásticas donde sobraba carne y alcohol.

Un general enamorado de una Miss Panamá que recibe todos sus obsequios, para luego dejarlo esperando mientras juguetea en la cama con el negrito Happy. Un general enamorado disparando luego a su mala fortuna.

Tomasito enamorado de Marmolina, una prostituta que prefería los favores de Daniel Sans Soucy. Tomasito reventando la puerta a patadas y descargando su furia de hombre engañado en las carnes de la puta que no le vende sus noches.

Todos equivocados de pasiones, todos apostando y perdiendo, todos atrapados en un torbellino de celos y amores frustrados. Una historia de discretos faroles rojos que ocultan la escena nocturna de Caracas.

Pd: Al principio no comprendía el por qué del título de este cuento, ¿El inquieto Anacobero?. Resulta que Daniel Sans Souci existió con el nombre de Daniel Santos, uno de los primeros cantantes de la Sonora Matancera, quien era llamado “el inquieto anacobero”. Anacobero es como decir diablillo, pícaro, juguetón.

Ojos de perro azul

Ojos de perro azul

Libro: Todos los cuentos de Gabriel García Márquez - Editorial Oveja Negra 1983

Este es un cuento para dioses. Omniscientes, omnipresentes y etéreos. Pueden existir o simplemente dormitar en alguna caverna de nuestras quimeras o nuestras ganas.

Sólo dos personajes y cientos de representaciones. Ella escribiendo en las baldosas “ojos de perro azul”, y él con mala memoria de sueño intentando recordarla al despertar. Ella garabateando en las servilletas “ojos de perro azul” y él buscándola infructuosamente en otros sueños u otras pesadillas. Ella, a plena luz del día, anhelando al nocturno personaje…él prometiendo encontrarla a través de mil y una dimensiones, a través de miles de ojos, con solamente un recuerdo que olvida al despertar.

Ella teme que alguien entra en el sueño y desordene la habitación. Este es un miedo razonable, pues todos los que leemos esta historia del Gabo Márquez hurgamos en la peinadora, en la desarreglada cama, en el pasillo repleto de quimeras ajenas, en la piel de cobre, amarillo maleable o endurecida negritud de ella, en la mirada curiosa de él. Hasta escuchamos el sonido metálico de la cucharita que cae y los despierta…y los separa.

Pero muchos no podemos separarnos de esta historia, es posible que mirando con ojos de perro azul encontremos una mirada par.

Extracto de "Ojos de perro azul":

«Yo soy la que llega a tus sueños todas las noches y te dice esto: ojos de perro azul». Y dijo que iba a los restaurantes y les decía a los mozos, antes de ordenar el pedido: «Ojos de perro azul». Pero los mozos le hacían una respetuosa reverencia, sin que hubieran recordado nunca haber dicho eso en sus sueños. Después escribía en las servilletas y rayaba con el cuchillo el barniz de las mesas: «Ojos de perro azul». Y en los cristales empañados de los hoteles, de las estaciones, de todos los edificios públicos, escribía con el índice: «Ojos de perro azul». Dijo que una vez llegó a una droguería y advirtió el mismo olor que había sentido en su habitación una noche, después de haber soñado conmigo. «Debe estar cerca», pensó, viendo el embaldosado limpio y nuevo de la droguería. Entonces se acercó al dependiente y le dijo «Siempre sueño con un hombre que me dice: “Ojos de perro azul”». Y dijo que el vendedor la había mirado a los ojos y le dijo: «En realidad, señorita, usted tiene los ojos así».

(....)

Dio dos chupadas al cigarrillo. Yo estaba todavía parado frente al velador cuando me quedé mirándola de pronto. La miré de arriba abajo y todavía era de cobre; pero no ya de metal duro y frío, sino de cobre amarillo, blando, maleable. «Me gustaría tocarte», volvía a decir. Y ella dijo: «Lo echarías todo a perder» volvió a decir, antes que yo pudiera tocarla «Tal vez, si das la vuelta por detrás del velador, despertaríamos sobresaltados quién sabe en qué parte del mundo». Pero yo insistí: «No importa». Y ella dijo: «Si diéramos vuelta a la almohada, volveríamos a encontrarnos. Pero tú, cuando despiertes, lo habrás olvidado». Empecé a moverme hacia el rincón. Ella quedó atrás, calentándose las manos sobre la llama. Y todavía no estaba yo junto al asiento cuando le oí decir a mis espaldas: «Cuando despierto a medianoche, me quedo dando vueltas en la cama, con los hilos de la almohada ardiéndome en la rodilla y repitiendo hasta el amanecer: “Ojos de perro azul”».

(...)

«Mañana te reconoceré por eso. Te reconoceré cuando vea en la calle una mujer que escriba en las paredes: “Ojos de perro azul”». Y ella, con una sonrisa triste, que era ya una sonrisa de entrega a lo imposible, a lo inalcanzable, dijo: «Sin embargo no recordarás nada durante el día». Y volvió a poner las manos sobre el velador, con el semblante oscurecido por una niebla amarga: «Eres el único hombre que, al despertar, no recuerda nada de lo que ha soñado».


El cuento está en línea.

Inita Val

Junto a Adica y Galatea, forma parte del colectivo Collage. También estudia Comunicación Social (pero su pasatiempo es cambiar de universidades) ULA- UCV.

Prefiere escribir cuentos largos y novelas cortas. Su meta es garabatear guiones para documentales y hacer las mejores preguntas. La poesía la lee, pero poco la escribe (para bien de la humanidad). Tiene un sello personal a la hora de escribir: casi todos sus personajes mueren, esto hace que el negocio más rentable de sus historias sea el de las funerarias.

En su top 10 juegan dominó (dos equipos y dos mirones)
Fedor Dostoiesvki
Gabriel García Márquez
Julio Cortázar (con su sempiterno cigarro)
Ernesto Sábato
Hermann Hesse (el escritor de un esqueleto)
Nietzsche (el ídolo de mi generación)
Mario Benedetti (el abuelo de todos)
Juan Carlos Liendo (el enemigo de la televisión)
Jerzi Kozinsky
Aldous Huxley (con todo su “mundo feliz”)

Lo piensa mucho antes de recomendar un libro, pero luego de medir la estatura y el peso de la víctima, ella dirá: “Crimen y castigo” de Fedor Dostoiesvki. Casi siempre regalará libros (quebraría una editorial si fuese la dueña), un obsequio indicado es “El Principito” de Saint-Exupery, porque será bien recibido y no importa cuantas ediciones tenga el agasajado, siempre habrá algo nuevo para descubrir.

Cuando decide leer un libro (a menudo) la lógica le dice que debe subrayarlo, tachonearlo, escribir comentarios en los bordes y luego comentarlo, es una “reseñista” nata.

Prefiere las obras que desenrollen la psique humana y las interrelaciones sociales, obras que expliquen a cabalidad sus personajes, sus acciones, sus palabras, y el entorno en el cual se desarrollan. Por eso su escritor favorito es Dostoiesvki, no ha leído toda su obra porque ese es un placer que prefiere probarlo por bocados.

Para iniciar un collage de obras, Inita recurre (por ahora) a “Mendigos y orgullosos” de Albert Cossery.

“Gohar vivía en la más estricta economía de los medios materiales. La noción de la comodidad había sido proscrita hacia tiempo de su memoria. Odiaba rodearse de objetos; los objetos contenían los gérmenes latentes de la miseria, la peor miseria de todas, la miseria inanimada; la que engendra fatalmente la melancolía debido a su omnipresencia. Y no era que fuese sensible a las apariencias de la miseria; no le atribuía a ésta ningún valor tangible; para él siempre constituía una abstracción. Simplemente quería proteger su mirada de una promiscuidad deprimente.

La desnudez de aquel cuarto poseía para Gohar, la belleza de lo inaprehensible, en él se respiraba un aire de optimismo y libertad. La mayor parte de los muebles y objetos de uso ofendían su vista, no podían ofrecer ningún alimento a su necesidad de fantasía humana. Sólo las personas, con sus locuras innombrables, poseían el don de divertirlo.”


Aprendió a leer con “Coquito” (el de mimamamemima). En el primer grado le leía a toda su clase y su primera carta la escribió a los 5 años desde Pamplona (Colombia). Eso fue el principio de una relación imperecedera con las letras.

De pequeña leía hasta los carteles de las calles sancristobaleñas, pero luego fue mejorando el gusto. En sus pequeñas manos pasearon los cuentos de Andersen, los hermanos Grimm y Oscar Wilde, sufrió cuando cegaron a Miguel Strogoff , pretendió copiar el calendario de Robinson Crusoe, juraba que el Quijote luchaba contra gigantes y no contra molinos mientras sentía una tierna compasión por Sancho Panza y su pretendido reino de Barataria. Sin embargo, su pasión infantil era la historia, esos pedazos de vida que a fuerza de repetirlo se han convertido en una verdad posible.

Mientras crecía (o eso al menos creía ella) los libros se fueron adueñando de los sitios más curiosos de la casa: libros en la cocina, debajo de la cama, en el baño, en el escaparate, en las carteras, en la cesta de los juguetes, al lado de los cosméticos de su mami (la savaranola de los libros), en la cuna de sus hermanitas… y lo más importante, en las 24 horas del día.

En aquella época tropieza con Herman Hesse y su “Lobo Estepario”, “Sidharta”, “Narciso y Golmundo”, sueña con la elevación en cuerpo y alma de Remedios la Bella, se desespera ante la pasibilidad del esposo ciego de Maria Iribarne, reconoce el amor en la oscura relación de Martín y Alejandra, tiembla ante un título de Sábato “Abbadon, el exterminador” y consigue sosiego en el terror de Quiroga. Devora con avidez las obras de Allan Poe, se enamora del buen ser de Chance Gardiner, moquea con el triste final de Ofelia, renuncia al feminismo de Bovary y acto seguido desecha a Simona de Beauvoir. Pero lee a Camus y “La Peste”, mientras siente vergüenza por no poder escribir cartas como Benedetti.

Muy pronto comprendió que no crecería más, sin embargo el 1,63 de estatura le hizo comprender que debía ser grande en otro aspecto. Lo consiguió leyendo a Nietszche y su personalísima filosofía, y descubriendo los vericuetos sellados en personajes de Dostoiesvki.

Kafka le dibujó la vida que quería llevar, sueldo de burócrata y sueños de escritora. Rousseau y Hobbes son unos de los pocos escritores políticos que ha hojeado y aunque entre sus metas está leer ávidamente literatura marxista, aún no lo hace porque piensa que para todo habrá tiempo. Ensaya un acercamiento con “la política de izquierda” leyendo a Chomsky, Galeano, Moore y cortos escritos del Che Guevara. Mientras tanto se interna en la “Casa tomada” de Cortázar y sólo logran sacarla de allí unos personajillos que le provocan ternura, los cronopios.

De vida cruda prefiere a Truman Capote y a Sylvia Plath (una de las pocas mujeres, junto a Storni, a quien lee con gusto). Teme a los cocodrilos que describió Lorca pero es feliz con las caricaturas de Quino, de Mortadela y Filemón y con lo que lo poco que recuerda de Axterix y Obelix.

Otros libros ha leído, otros personajes ha saboreado, la lista es extensa y ella prefiere que el show (o el blog) se inicie ya. Pero falta una respuesta….

De ser un personaje le gustaría ser ella misma. Pero como esa respuesta no es válida, escoge a Remedios la Bella vestida de saco y con la cabeza rapada. Un modo natural de ser sobrenatural.

Comentario personal:
“Lo del banco del libro va en serio”.

Bordieu y la televisión

Libro: “Sobre la televisión” de Pierre Bordieu. (1998) Editorial Anagrama.

Esta pequeña obra es una trascripción de dos conferencias realizadas el 18 de marzo de 1996 en el College de France, por el estudioso de la comunicación (hoy fallecido) Pierre Bordieu, en las que hace un acercamiento a los efectos de la televisión en las diferentes esferas de la producción cultural.

De modo ameno y resumido, Bordieu aborda la cuerda floja de los medios de comunicación que se debaten entre convertirse “en extraordinarias herramientas de democracia directa o en precisos instrumentos de opresión simbólica”.

De allí parte a una serie de reflexiones acerca del “verse en televisión”. La pantalla se ha convertido en la fuente de Narciso en la que poco importa lo que se diga mientras se esté en ella, y engloba todo con una interesante cita de Berkeley: “Ser es ser visto”.

Prosigue con la censura invisible y la autocensura, a la que llama la corrupción estructural. De allí parte al “monopolio de la televisión sobre la formación de mentes”, el uso de lenguaje y las imágenes para ocultar mostrando y mostrar para esconder, hasta llegar a la información circular que no es otra cosa sino la repetición obscena de contenidos que uniformizan y homogenizan la competencia de los medios.

Entonces entra con la parte que provocó mayor interés en mí, el índice de audiencia, la urgencia y el uso de los fast thinkers. Tomaré prestados unos párrafos del libro para señalar cada uno de los casos.

Indice de audiencia
“El índice de audiencia es la medición del número de telespectadores que sintonizan cada cadena. Esta medición se ha convertido en el criterio último del periodista (…) Hace tan sólo 30 años, entre los escritores de vanguardia y los artistas modelo, el éxito comercial inmediato resultaba sospechoso: se le consideraba una señal de compromiso con el siglo, con el dinero. En cambio ahora, y cada vez más, el mercado es reconocido como instancia legítima de la legitimación. (…) Impera en la actualidad, una mentalidad de índices de audiencia en la cual la lógica comercial se impone a las producciones culturales.”

La urgencia y los fast thinkers
El último es consecuencia de la primera, pero se retroalimentan de modo efectivo.

“Los índices de audiencia ejercen un particular efecto sobre la televisión: se traducen en una mayor presión de la urgencia por la primicia y el dominio informativo (…) Se dice más o menos que cuando se está atenazado por la urgencia no se puede pensar. Y uno de los mayores problemas que plantea la televisión es el de las relaciones entre pensamiento y velocidad. ¿Se puede pensar atenazado por la velocidad? ¿Acaso la televisión, al conceder la palabra a pensadores supuestamente capaces de pensar a toda velocidad, no se está condenando a no contar más que con fast thinkers, con pensadores que piensan más rápido que su sombra?

Hay que preguntarse, en efecto, cómo son capaces de responder a estas condiciones absolutamente particulares, cómo consiguen pensar en condiciones en las que nadie podría hacerlo. La respuesta, me parece, es que piensan mediante ideas preconcebidas, mediante tópicos (…) Cuando se emite una idea preconcebida es como si eso ya se hubiese hecho, como si el problema estuviese resuelto. La comunicación es instantánea porque, en un sentido, no existe. O es sólo aparente. El intercambio de ideas preconcebidas es una comunicación sin más contenido que el propio hecho de la comunicación.

Los fast tinkers proponen fast food cultural, alimento cultural predigerido (…) son los especialistas del pensamiento desechable, los profesionales les llaman “los buenos clientes”. Son personas a las que se puede convidar, se sabe que serán maleables, que no crearán dificultades ni pondrán en apuros, y además hablarán hasta por los codos.”


Culmina Bordieu con los debates verdaderamente falsos y falsamente verdaderos, el papel del presentador, contradicciones y tensiones, la composición del panel y las relaciones de competencia y de connivencia. Es un libro corto, muy fresco, con ejemplos; muy adecuado para acercarse de modo crítico a la televisión.

Adica

Forma parte del colectivo de Collage, para un mundo con más lectores. Estudiante de Comunicación Social – UCV. Prefiere escribir cuentos cortos (en honor a Augusto Monterroso) y largos (por Cortázar), ensayos (por lo flexible), guiones (todos los guiones) y frases, cientos de frases que bailan en su cabeza. No escribe poesía, pero si lo hiciera imitara al Chino Valera Mora.

En su top 10 se reúnen a beber buen vino
Julio Cortázar
Gabriel García Márquez
Roberto Bolaño
Eduardo Galeano
Mario Benedetti (el abuelo de todos)
Edgar Allan Poe
Santiago Gamboa
Alfredo Bioy Casares
Michael Moore (el gordito a quienes todos aman)
Chino Valera Mora

Si usted le pide que recomiende un libro ella va a hacer un gesto de impresión que será precedido por la duda y luego dirá “El hombre más malo del mundo” de Otrova Gomas. Y si le preguntan que obra hubiese querido escribir, su respuesta sería “Cien años de soledad” del Gabo Márquez.

Piensa que el mejor obsequio es un libro, pero el conflicto aparece cuando al comprarlo se inicia una fuerte relación de apego entre la obra y ella. En tales ocasiones, prefiere regalar otra cosa y secuestra el primigenio regalo. Si se ve forzada a hacer el obsequio (y hay ocasiones en las que ha tenido que hacerlo) el escogido sería un libro que no compraría para ella, por ejemplo, el último de Oriana Fallacci , “algo” de Carlos Fuentes o de Vargas Llosa.

A la hora de leer un libro es vital que éste la atrape en sus primeras líneas.

Su temática es variada pero cede ante un libro que relate historias de personajes que vayan al límite, intensos, fuera de serie o que a pesar de sus miserias sean brillantes. Y las historias que se enmarquen dentro de controvertidos entornos sociales o mágicos relatos de pueblos que ya no serán.

Es partidaria de la frase de Cortázar “en Latinoamérica escribíamos antes de las editoriales y tal vez lo único bueno que nos ha dejado el boom latinoamericano es que hemos aprendido a leer en nuestro idioma” (palabras más, palabras menos).

Si tuviese que hacer un collage de sus libros preferidos, iniciaría con:
“Nunca se sabrá como hay que contar esto, si en primera persona o en segunda, usando la tercera del plural o inventando continuamente formas que no servirán de nada. Si se pudiera decir: yo vieron subir la luna, o: nos me duele el fondo de los ojos, y sobre todo así: tú la mujer rubia eran las nubes que siguen corriendo delante de mis tus sus nuestros vuestros sus rostros. Qué diablos.
“Las babas del diablo”, Julio Cortázar.

En su infancia la marcaron “Preguntas y respuestas” de Charlie Brown, “Mafalda” de Quino, “Condorito” del ilustre Pepo, “Peter Pan” de James Matthew Barrie, “El libro de la selva” de Rudyard Kipling, “Tío Tigre y tío Conejo” y “Contesta por Tío Simón”. Entrando en la difícil pubertad se decantaba por “Crónica de una muerte anunciada” del Gabo, “Piedra de mar” de Francisco Massiani, y “El hombre más malo del mundo” de Otrova Gomas.

Cuando la mayoría de edad se acercaba (sin el recuerdo de unos 15 años celebrados) ella leía: “Cuentos” de Alfred Hitchcock, “Caballo de troya” de J.J.Benítez, “Ami, el niño de las estrellas” de Enrique Barrios, “El náufrago” del Gabo Márquez, “Carrie” de Stephen King, noveletas vaqueras y de terror “de esas de bolsillo” (suministradas por su abuelita).

Con unas canas más y la amenaza de ser independiente, Adica recurrió a “La metamorfosis” de Franz Kafka, “El túnel” de Sábato, “La tregua” de M. Benedetti, “El coronel no tiene quien le escriba” del Gabo, “Cuentos y relatos” de Allan Poe (traducidos por Julio Cortázar), “La literatura nazi en América Latina” y “Los detectives salvajes” de Roberto Bolaño, “Las armas secretas” de Julio Cortázar, “Cuentos” de Bioy Casares, “Novecento” de Alessandro Baricco, “Biografía de Julio Cortázar” de Alberto Couste, “Biografía de Francisco Goya” de Elke Linda Buchholz, “Cuentos y otros escritos” de Horacio Quiroga, “La loca de la casa” de Rosa Montero, “Contrafuegos” de Pierre Bordieu, “La vida está en otra parte” de Milan Kundera, “El escritor radical” de Carlos Colina, “Crimen y castigo” de Fedor Dostoiesvki, “Como agua para chocolate” de Laura Esquivel y “Estúpidos hombres blancos” de Michael Moore.

De ser el protagonista de una historia, Adica no sería un personaje femenino, Santiago Nasar sería el elegido. Tal vez porque pasó noches enteras soñando con él, enamorada de su estampa y sufriendo porque él desconocía su destino. Una manera maravillosa de vivir ignorando las miserias humanas y a la vez, compartiendo, tirando, riendo, seduciendo, anhelando un futuro que nunca llegó pero que al final poco importa. “Qué carajo: parte de vivir también es sufrir” dice ella.

Comentario personal:
Como han visto, disfruto siendo Latinoamericana. No selecciono mis libros por capricho. De unos años para acá he aprehendido que somos capaces de generar un conocimiento local con un sello particular. Ese detalle que nos hace diferentes pero no ignorantes, ese deseo de expresión que nos carcome las entrañas y no sabemos cómo, ni cuándo expresar. Por eso defiendo la creación de este continente, por eso vivo y me enorgullezco de lo que somos y por eso disfrutaré cuando en los grandes legados de investigación, se tome en cuenta lo que se dice y hace en América Latina como un aporte más y no como una sarta de pendejadas. Sueño con eso.

Ser parte de esta muestra colectiva, no significa que somos especímenes de laboratorio. Es mucho más. He decidido participar en este proyecto porque si no quién aguanta a Inita con sus reproches y regaños. Sin embargo, la pasión que siento por la literatura es más fuerte y me golpea mucho más. Se los aseguro.

Instrucciones para subir una escalera

Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se situó un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.

Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).

Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.

Julio Cortázar de "Historias de Cronopios y de Famas",1962. Edición 1996 Alfaguara